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PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El pensamiento es una característica propia y exclusiva de los seres humanos,  se considera como un producto de la acción de la mente y un proceso que se lleva a cabo absolutamente en todo momento.  Este pensamiento es un proceso que tiene un objetivo específico porque ayuda al ser humano a reflexionar sobre sus acciones cotidianas, es así como se llega al pensamiento reflexivo el cual permite un análisis mayor de la situación donde la persona se ve expuesto a pensar acerca de las debilidades y las fortalezas de uno mismo o de un conjunto de personas que integra, este suele ponerse en marcha cuando se está ante un problema y en la reflexión de los pros y contras de una situación.

El pensamiento reflexivo de acuerdo con González Moreno (1989) lo define como la capacidad de reformular el propio pensamiento, mediante el uso del lenguaje, lo que lleva a reflexionar sobre el comportamiento de sí mismo y las acciones de los demás, por lo tanto, se hace una transformación  a través de las situaciones o cuestiones que se le presentan para hacerse consciente sobre éstas. Para Dewey (1989) es un estado de duda, vacilación y de perplejidad que origina el pensamiento y que para construir un proceso de reflexión que lleve a la construcción del conocimiento implica el desarrollo de una serie de fases.

La importancia que se da para poder desarrollar el pensamiento reflexivo es que da lugar a la innovación, poniendo en juego la creatividad de una persona, ya que al ser una actividad consciente, se intenta cada vez relacionar de nuevas maneras los conceptos, para llegar a nuevas conclusiones, o para actuar de determinada manera. (Cabral, s.f ).

En el actual sistema educativo mexicano el pensamiento reflexivo en una pieza  clave para alcanzar la misión, visión y los objetivos que  la educación se ha propuesto ya que en las reformas que han dado rumbo al modelo educativo, se encuentran referencias a la formación ciudadana y al desarrollo de las capacidades de los estudiantes, de tal modo que se espera de ellos una formación multidisciplinaria, una capacidad elevada para el pensamiento complejo y un amplio desarrollo de las capacidades reflexivas. También al revisar la Reforma Integral de la Educación Básica desde sus primeras páginas hablan de la formación integral y se postula como uno de los objetivos principales de esta reforma el de “formar alumnos críticos y reflexivos”.  (SEP, 2011)

 Analizando que diferentes documentos que rigen la educación en México plasman que se es necesario favorecer el pensamiento reflexivo en los alumnos, se debe pensar en cómo desarrollarlo y qué herramientas psicopedagógicas  los docentes deben de utilizar; ahora esto se convierten en asuntos que inquietan de manera permanente tanto en el campo de la Psicología como en el campo de la Educación. Numerosas investigaciones han abordado el tema de la formación del pensamiento reflexivo; sin embargo, es preocupante la brecha que existe entre las producciones científicas y su aplicación en la escuela por parte de los maestros, para mejorar los procesos de aprendizaje en los alumnos.

Quienes deben de brindar  experiencias y utilizar estrategias dentro de la escuela para que los alumnos logren reformular su propio pensamiento es el docente, este debe estar consciente de que es el guía encargado de brindar espacios para fomentar la reflexión en distintos momentos para lograr aprendizajes significativos y no solo se enfoque en la mera transmisión de conocimientos sin que  se llegue a la comprensión.

Diversos autores han hecho popular la idea de que un profesional en sentido amplio debe relacionar la teoría y la práctica, debe ser capaz de estar siempre en contacto con las ideas más influyentes en el pensamiento educativo y a su vez debe ser capaz de introducir mejoras en la práctica (Carr, 1996; Korthagen, 2007; Clemente, 2007; Randi y Corno, 2007; Yayli, 2008; Rozada, 2007, Whitehead, 2009); pero qué es lo que pasa, muchas veces se da una contradicción entre lo que se sabe, lo que se dice y lo que se hace en la educación, es decir, no hay una coherencia pedagógica.

En investigaciones  realizadas (Álvarez, 2012) ha encontrado que con frecuencia se ignora  una a la otra (la teoría y la práctica), siendo esta una de las principales fuentes de problemas para los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Es aquí donde encontramos la relación del pensamiento reflexivo con la teoría y práctica de los docentes, ya que cuando se encuentran estudiando su carrera, se privilegia la formación teórica, asumiendo que aplicarán en la práctica, sin mayor problema, todo lo que aprendieron durante la teoría. Esto desmerece tanto la teoría como la práctica ya que muchas personas desconocen que estas expresiones se nutren mutuamente.

Es decir que durante la formación académica de algunos de los maestros no se desarrolla adecuadamente el pensamiento reflexivo, provocando que no todos cuenten con las mismas estrategias y herramientas para desarrollar la reflexión en sus alumnos, poniendo en evidencia que la formación académica si afecta en los fundamentos teóricos y su pertinente aplicación con los niños, enfatizando que durante su proceso de aprendizaje es importante que también en los maestros se haga el compromiso de crear docentes reflexivos, en donde cuenten con la información necesaria para generar en los pequeños el pensamiento reflexivo y no solo divaguen con la de idea de lo que es y su correcta aplicación.

Esta situación se ve reflejada en las respuestas de una entrevista realizada  a tres educadoras que laboran en tres diferentes jardines de niños de la ciudad de Tuxpan, Veracruz; una de ellas se encuentra en un rango de edad de 31 a 40 años, mientras que dos van de los 41 años a 60; en cuanto a los años de servicio dos docentes tienen de 11 a 20 años y la restante  se encuentra en un rango de 21 a 30. En la entrevista de tipo cuantitativo al preguntarle sobre el trabajo del pensamiento reflexivo en el preescolar, en sus respuestas asumen que es importante favorecerlo en los alumnos y que entre las estrategias que usan contestaron que utilizan el juego, cuestionamientos, el diálogo, ejercicios reflexivos y lectura de cuentos, además de que en sus actividades buscan llegar a ese objetivo, pero al contrastar estas respuestas con las obtenidas en la entrevista cualitativa al preguntarles sobre las características del pensamiento reflexivo y la relación entre pensamiento y reflexión, una educadora diferente en cada pregunta no logró responder; entonces aquí se da uno cuenta que solo tienen nociones pero no tienen un conocimiento totalmente arraigado.

Por otro lado hay una contradicción ya que no implementan del todo estrategias nuevas que favorezcan el pensamiento reflexivo más que una educadora al mencionar que hace uso de las tics para lograrlo, pero en el caso de otra docente hizo mención de que recurre a las memorizaciones, esto hace volver a pensar en su forma de trabajo y lo que quiere lograr puesto que en un principio dijo que el pensamiento reflexivo es importante porque permiten al niño resolver problemas y crear su “propio” conocimiento.

Este diagnóstico por medio de las entrevistas nos lleva a pensar que hay una ruptura entre la teoría o lo que se sabe sobre el pensamiento reflexivo y las estrategias o formas de actuar en la práctica docente.  Para Korthagen, las principales causas de la ruptura teoría-práctica (Korthagen, 2007; Korthagen y Kessels, 2009) son la resistencia del profesorado a cambiar su forma de pensar y su escaso contacto con el conocimiento pedagógico disponible, entonces habría poner más atención a lo que está pasando ya que al ser los pensamientos del profesor los que guían y orientan su conducta, inciden en la en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Es así como surge plantearnos la siguiente problemática:

¿Cómo influye la formación de la educadora en el desarrollo de las estrategias para favorecer el pensamiento reflexivo?

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